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31-32 Como ella iba cubierta con un velo, los malvados jueces le ordenaron que se lo quitara, para poder disfrutar de su belleza, pues ella era muy delicada y hermosa.

33 Pero al verla, todos sus familiares y los que estaban allí se pusieron a llorar.

34 Los dos jueces se pusieron de pie, y en medio de toda la gente, pusieron sus manos sobre la cabeza de Susana.

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